7.4.09

la maestra y el aprendiz de lingüista


Esto pasó en el año 2005, en una escuela de La Plata a la que concurrían chicos de distintos lugares del país y de países vecinos.
Recreo. Las maestras mironeando en medio del patio.
Un chico de 1er. grado se acerca a su maestra y, alzando hacia ella la mano para mostrarle un lápiz con la 'mina' rota, a ras de la madera, le pide:
-Seño, tajame la punta.
La maestra responde: -No te entiendo.
-Tajame la punta.
-No te entiendo.
-Tajame la punta.
-No te entiendo.
El verbo podía ser tájame o tajáme. La frase del chico, siempre la misma, adquiría distintas entonaciones, desde el simple pedido hasta la ansiedad, al ver que su maestra no lo entendía. Ella sin embargo permanecía firme e inalterable en su clara respuesta.
La situación se resuelve por la entrada de un compañerito que estaba observando y se decide a intervenir:
-Seño, te pide que le saques punta al lápiz.
(Luisa, La Plata 2005)